Crónica Ácida
Uno de mis grandes amigos se llama Carlos. Somos amigos creo desde que nuestra colonia dejó de ser peligrosa después de una famosa razia que dejó vacía de jóvenes a la Progreso, posicionando a nosotros como la amenaza potencial de la zona.
Carlos, sin concluir su educación media superior, decidió un buen día ir al Distrito Federal del cual se enamoró, pero no lo suficiente… él no podía estar en algún lugar mucho tiempo.
Y fue justamente este defecto una virtud para conseguir un gran empleo. Ahora, por lo que me cuenta, se dedica a la capacitación de técnicos en el ramo de las telecomunicaciones.
Su trabajo lo obliga a cambiar de residencia en cuanto lo necesite la empresa, el mercado, el patrón o el mejor postor.
Según cuenta él, este empleo lo ha hecho acreedor a un gran reconocimiento a nivel nacional por su empresa, así como a gozar de algunos beneficios; sin embargo, el no echar raíces también le ha traído problemas, como el abandonar dos relaciones sentimentales con las que había planes de matrimonio; su ausencia en uno de los momentos más difíciles para su familia y todo esto debido a su empleo.
Él, en casa, no habla de su trabajo y muchas veces desea realizar cosas que a nosotros se nos hacen tediosas, pero que a él lo hace recordar aquellos momentos en donde era un xalapeño de tiempo completo.
Siempre que él regresa a su ciudad natal, llega lleno de maletas, a la casa de ustedes, con el fin de platicar las extrañas cosas que él vive en la extensa república a cambio de que lo ponga al tanto de los acontecimientos más relevantes hasta los chismes propios de nuestra calle.
Ayer llegó algo cambiado, se dirigió a mí antes de saludar a todos y la primera pregunta la aventó sin tapujos: ¿Qué pasó con los “tránsitos” que querían portar armas de fuego?
Tomándome un tiempo, le respondí: “las direcciones de tránsito que deseaban portar armas de fuego y también las que no lo deseaban, fueron absorbidas por la Secretaría de Seguridad Pública, quien se encargó posteriormente también de absorber las policías estatales de todo Veracruz, para conformar un mando único policial dentro de todo el estado… es también conocida como la nueva policía acreditable quien se capacita no tan solo física sino también intelectualmente… creo que para ser parte debes de tener un perfil de licenciado en ciertas áreas y cumplir con la capacitación propia de un SWATT al vapor”.
En fin… enumeré todas y cada una de las ventajas que recordé en aquella demostración en la graduación de la segunda generación de la nueva policía.
El viajero me dijo: “Hace más de un año, la anterior vez que vine, mientras mi hermano nos llevaba a darle de comer a los patos de Las Ánimas, un tránsito a la altura de la SEP (el todavía la pronuncia con la letra “P”), les marcó el alto desde el Tsuru patrulla que conducía. Le pidió que todos bajaran, su licencia, su tarjeta y que destapara el cofre. Después de revisar cada una de las cosas, rápidamente le dijo que no coincidía un número de serie y que se tendría que llevar su vehículo a Xalapa 2000, donde en ese tiempo andaba el corralón. Yo le hablé y soborné… nos dejó ir con quinientos pesos ¡ah! y nos dio de a gratis las dos claves del día siguiente. Recuerdo que el tipo reía con su boca ancha y agitaba su cabeza grande, era joven, más joven que nosotros, señaló.
Yo le dije que esos eran otros tiempos… que a todos nos tocó en igual o peor medida sufrir ese tiempo duro en donde se llenaban de relatos e historias todos los rincones de Xalapa. El viajero recuerda que su hermano le dijo: “te imaginas y todavía estos quieren andar armados…” frase que le duró hasta ayer, cuando de regresó a Xalapa, ahora por la entrada a Banderilla, se detuvo y ahora un flamante Suzuki con aspecto, dice él ,de Ángel Verde, se le acerca y después de anotar la placa le dice: ”buenas tardes” (dándole la mano) y solicitando sus documentos. Se los da a la par de que le pregunta: “¿hacia donde se dirige?” Responde hacia la colonia Progreso.
–Mira, aquí no te puedes estacionar, este lugar es para los traílers que no se vienen por la autopista, (tampoco sabía de la nueva autopista), pero te voy a echar la mano… conoces la tienda que está junto a la iglesia en la calle Chilpancingo… llégale allá y págale un cartón (de cheves) a la señora… dile que es para el oficial “Dani” o para mi compañero (cuyo apodo era de un animal que Carlos no recuerda)…
Al voltear a ver al compañero, la sorpresa no se hizo esperar, era el mismo tipo que hace más de un año lo despidió a él y a sus quinientos pesos, ambos luciendo bajo la llamativa chamarra equipo propio de un policía.
En ese momento, el Viajero no quiso averiguar más y en ese momento se dirigió al citado lugar a pagar su respectiva multa. Al llegar al expendio de cervezas la dependiente le dijo: “¿Quiéeen? ¿ Daniel? ¡ah! el oficial, mmm qué raro, si también vino ayer”.
En fin otra, historia digna de Ripley en Xalapa.
Hoy, antes de que se fuera Carlos, pasó a despedirse y acompañándolo a su auto, me preguntó: “¿oye y qué onda con el PRD en Veracruz?”
Le respondí: “ya será para la otra, ese tema necesita tiempo”.